Historia

La Historia de Santa Eulalia de Osco (Santalla) está íntimamente ligada a la de la totalidad del territorio de Los Oscos. Al tratarse de un espacio relativamente pequeño con unas características geográficas, demográficas, sociales y culturales prácticamente idénticas, el devenir histórico de cada concejo guarda grandes similitudes y cada cambio significativo repercute con semejante intensidad en cualquier punto de la comarca.

Así, los primeros pobladores se encontraron con un entorno físico similar desarrollando una misma cultura relacionada con una vida dedicada al pastoreo, a la recolección de frutos y el posterior paso al desarrollo de tareas agrícolas. Una nueva etapa conduce a los asentamientos estables y al contacto con la cultura de los metales. La invasión romana, en busca de la riqueza aurífera, significa un importante proceso de aculturización. La organización del territorio medieval y la influencia ejercida en el plano administrativo y cultural por el Monasterio de Santa María de Villanueva proporciona una nueva concepción social.

Con la llegada de la Edad Moderna se abren nuevas perspectivas económicas que acabarán consolidándose en el Siglo XVIII debido a la incidencia de la metalurgia que aprovecha las óptimas condiciones del entorno para su implantación. Incluso en la actualidad el desarrollo del turismo rural es un valor que la comarca comparte.

Los primeros pobladores

El periodo Paleolítico no tuvo incidencia en Santalla como en buena parte del territorio occidental asturiano debido a la escasez de cuevas.

El Neolítico deja en la zona las primeras muestras de ocupación a cargo de pastores nómadas que ejercen el pastoreo y honran a sus muertos en las sierras altas mediante la construcción de necrópolis megalíticas, con abundantes túmulos (mamoas) de claro valor simbólico y espiritual. Un periodo que se extenderá desde el IV milenio a. C. hasta avanzada la Edad del Bronce.

Algunos restos de moldes evidencian el trabajo metalúrgico, y la presencia de castros confirma la ocupación en la Edad del Hierro de las diferentes gentilidades que comienzan a agruparse en estos poblados fortificados. Bien pudiera tratarse de los cibarcos, citados por Plinio, como pueblo con una cierta autonomía asentado entre el Navia y el Eo, o de los pésicos, pertenecientes a los ástures occidentales.

La invasión romana, en el siglo I de nuestra era, atraída por las explotaciones auríferas significa una nueva reorganización del territorio, revitalizando el poblamiento castreño, la mejora de las explotaciones agrícolas y la creación de las vil/ae para el asentamiento de sus colonos. La toponimia, algunos hallazgos numismáticos y la búsqueda del oro en el río Agüeira delatan la presencia romana en Santalla.

La decadencia de su Imperio, entre el s. 11I y el s.V, deja el territorio encuadrado en el conventus lucensis, siendo el reino Suevo y posteriormente el Visigodo, los que se hacen con el poder, iniciándose un periodo falto de documentación y escasos testimonios arqueológicos.

Alta Edad Media

La falta de documentación del periodo alto medieval no permite una pormenorización exacta de su devenir histórico, no obstante, algunos documentos comparativos sirven de base para trazar un panorama aproximativo de la época.

En este sentido, ya en el siglo X, aparece bien delimitado el territorio o valle Oscos con una organización territorial en villas a las que se subordinarían los antiguos emplazamientos castreños. Esta organización respondería a un mejor control de las explotaciones agrícolas y ganaderas, ocupando las villas los lugares más céntricos y aptos para el cultivo, consolidándose también, a lo largo de los siglos XII y XIII, como administraciones jurídicas.

Atendiendo a la ubicación de estas villas en lugares fértiles pueden entenderse las primeras menciones, en documentación del siglo XII, de las localidades de Santalla, Nonide y Barcia, y de Teixeira, Sarceda, Pousadoiro y A Valía, en el siglo XIII, por lo que respecta al actual concejo de Santalla de Oscos.

El concello o asamblea vecinal será el órgano que regirá la comunidad de la villa contando con voz los propietarios, atendiendo a la proporcionalidad de sus posesiones.

La institución parroquial parece implantarse en el siglo XII con la consiguiente subordinación de las villas a la que se constituye como cabecera parroquial. En documentación del siglo XIII, Santa Eulalia aparece configurada como parroquia, junto a las de San Martín y Santa Eufemia.

El obispado de Oviedo, por delegación del rey, ejercerá la autoridad civil y religiosa sobre las parroquias y desde el año 1154, la parroquia de Santalla, junto a la de San Martín, estarán bajo la jurisdicción del denominado Honor del Suarón, con sede en tierras de Vegadeo, donde un teniente en nombre del episcopado administrará las propiedades y ejercerá la autoridad. A finales del siglo XIII la dependencia será de la puebla de Castropol.

La fundación del Monasterio de Santa María de Villa nueva será de gran trascendencia para toda la comarca por diversas razones. Ya en 1181 el monasterio obtiene del rey Fernando 11 la concesión y el deslinde del coto jurisdiccional de Villanueva de Oscos, alcanzando así la propiedad de las tierras incluidas en él e irá paulatinamente incorporando donaciones y beneficios de tierras limítrofes como puede ser el caso de Santalla.

Ejercerá una gran influencia en la organización espacial, así como la condición de gran propietario que desequilibra la organización tradicional de las villas, aunque no pertenezcan a su coto, debido a los pactos agrarios colectivos y cartas de foros individuales, por las que el poder eclesiástico colocaba a una o varias familias en sus propiedades a cambio de una renta, bien monetaria o en especie.

Independientemente del gran poder que atesoraba, no cabe duda que la institución potenció el desarrollo agrícola y ganadero y fomentó la incorporación de nuevos cultivos.

También fue referencia cultural ineludible para el occidente asturiano y depósito documental imprescindible para un mejor conocimiento de la Historia de Los Oscos.

Baja Edad Media

La merma de población a lo largo del siglo XIV es considerable debido a la influencia de las pueblas cercanas que desarrollan un importante comercio y atraen a los habitantes del medio rural que ven nuevas expectativas de vida en el entorno urbano.

El intento de mantener la población mediante la división en caserías por parte de las reservas monásticas concediendo a los foraneos ventajas económicas no fructifica del todo y el descontento es generalizado. La iglesia pierde poder, tanto desde el punto de vista espiritual como administrativo y los hombres de armas que representan a esta institución cada vez logran más propiedades a costa de los propietarios libres La Nobleza se empobrece y trata de resarcirse mediante la recuperación de antiguos privilegios organizando constantes tumultos o recurriendo al cargo de comenderos para tratar de conservar su estatus.

El campesinado se mantiene con modestas propiedades o aforada a un señorío. La hidalguía trata de mantenerse convirtiéndose en acomodados campesinos y el clero acaba diferenciándose poco de los labradores, teniendo que recurrir al trabajo agrícola para poder subsistir.

Edad Moderna

Tras el periodo tumultuoso que supuso la Baja Edad Media, el siglo XVI supondrá la apertura de nuevas perspectivas tanto desde el punto de vista económico y social como desde el administrativo.

Las condiciones naturales que atesora Santalla, y la comarca de Los Oscos en general, supondrán un enorme atractivo para el desarrollo de la industria del hierro que de forma modesta se venía desarrollando en la zona.

Atraídas por estas expectativas, varias familias de origen vasco se instalan en este territorio, según delatan apellidos como Lombardía, Lombardero, etc. que se integran con las familias locales, dispuestas a explotar una industria que transforma positivamente la economía local.

A su vez, el Monasterio de Santa María de Villanueva inicia un nuevo periodo en el que primará la buena administración y la búsqueda de la rentabilidad económica.

Sabedora la institución de las posibilidades que ofrecía la industria metalúrgica gestiona la creación de una herrería que abastezca a la comarca, primeramente con mineral de la zona y posteriormente importándolo de Vizcaya a través del puerto de Vegadeo.

Desde el punto de vista administrativo la independencia de la feligresía de Santalla, aprovechando la desamortización de las jurisdicciones eclesiásticas durante el reinado de de Felipe 11, supuso un nuevo hito en la historia del concejo. El vecindario elige al entonces párroco, Pedro López, como procurador, gestionando éste la compra de la independencia municipal por un total de 1.219.512 maravedíes.

A lo largo del siglo XVII todas estas transformaciones darán su fruto consolidando la industria del hierro con un considerable aumento de las herrerías contando Santalla con cuatro mazos e iniciándose un periodo de prosperidad económica que relega la actividad agrícola y ganadera a un segundo plano.

Esta transformación económica altera las estructuras sociales aflorando nuevos mayorazgos entre los que ya figuran las familias vascas -los Bravo, los Bermúdez, los Lombardía o los Lombardero- que manejan el comercio, la arriería y la industria metalúrgica.

El siglo XVIII

Sin duda, el siglo XVIII, representó para Santalla su época de mayor esplendor económico auspiciado por la industria del hierro. Los datos estadísticos recogidos en el Catastro del Marqués de la Ensenada dan buena fe de ello. Sesenta y ocho herreros y diez aprendices trabajan en Santalla a mediados de siglo, llegando a contar en 1795 con 104 fraguas censadas. La buena marcha económica permite a los mayorazgos que poseen la titularidad de los mazos vivir de rentas, mediante el arriendo a los vecinos.

La excelente producción de calderos, c1avazón, cerrajería, herraduras y herramientas genera un importante intercambio comercia hacia el exterior aumentando el número de arrieros que además de dedicarse a este transporte realizan transaciones con otros productos, dinamizando el pequeño comercio.

Otro estamento social que prolifera en la época es el de los criados que atienden las labores agrícolas y domésticas de las casas más pudientes.

Gracias a este despegue económico la demografía de Santalla crece considerablemente, muy por encima de los concejos vecinos, logrando en apenas un siglo un aumento de un 65 % de los hogares independientes.

No hay que olvidarse tampoco de la producción agrícola que sigue siendo un importante elemento de la economía de la época según se deriva de los diezmos efectuados: 250 fanegas de centeno; 75 de mijo y otras tantas de maíz junto con 8 fajos secos de lino y 40 cañadas de vino, valorado todo ello en 5.470 reales y 14 maravedíes.

Este esplendor propicia un acondicionamiento de las casas con la aportación de materiales de calidad y mejorando las condiciones de habitabilidad. Las personas pudientes reconstruyen sus casonas o edifican otras nuevas. La administración eclesiástica remoza la iglesia de Santa Eulalia y construye un buen número de ermitas repartidas por cada pueblo del concejo.

La instrucción pública imperaba entre la mayoría de los habitantes, contando con escuela de primeras letras y maestros itinerantes, por lo que en Santalla había un reducido número de analfabetos.

Importantes familias que se habían asentado en Santa 11 a alcanzan gran notoriedad gracias al desarrollo de sus industrias, como es el caso de los Fernández Lombardero, ligados a la industria metalúrgica y a la fabricación de relojes. Su espíritu emprendedor y su relación con los ambientes ilustrados les proporcionan una merecida fama.

Un caso singular lo representa Antonio Raimundo Ibáñez, de procedencia humilde, que desarrolla una de las más importantes tareas relacionadas con el mundo Ilustrado mediante la creación de importantes empresas como la Real Fábrica de Sargadelos, para la fabricación de hierro, y posteriormente la Fabrica de Loza de Sargadelos.

Carlos IV le propone para los títulos de marqués de Sargadelos y conde de Orbaiceta pero la invasión francesa pone fin a su vida, trágicamente, en las calles de Ribadeo en 1809.

Siglo XIX

La primera parte del siglo es un periodo plagado de graves dificultades económicas provocadas por las constantes guerras e incrementadas por las sucesivas malas cosechas. Estos avatares provocan un resquebrajamiento de las viejas estructuras que acaban en significativos cambios sociales.

La Guerra de la Independencia origina cuantiosas aportaciones económicas a los vecinos y la merma de la población más joven, alistada al famoso Regimiento de Castropol que combate a los franceses.

En el año 1834 los tres Oscos se integran en el partido de Grandas de Salime, siendo Santalla en 1835 la cabecera de la circunscripción de Oscos, Taramundi, Pesoz y Grandas de Salime, con capacidad para elegir un apoderado de los tres a que tenía derecho el antiguo partido de Castropol.

En 1837 se produce en Santalla el ajusticiamiento de 13 vecinos acusados de simpatizar con los carlistas.

A pesar de todo este panorama lleno de revueltas y dificultades económicas a mediados de siglo el concejo cuenta con 2.119 vecinos que siguen con sus explotaciones agrícolas y las de la industria del hierro, logrando de esta forma mantener un pequeño comercio y subsistir ante tantas adversidades.

A finales de siglo la situación sigue siendo precaria a pesar del intento de los santalleses por mantener su espíritu emprendedor, con la instalación de una fábrica de curtidos y otra de chocolate. Los mazos y fraguas atendían una pequeña demanda de herramientas que no se extendía mucho más allá de la comarca.

La instalación de altos hornos en la zona central de Asturias atrajo a la cualificada mano de obra que se había formado en el trabajo metalúrgico de Los Oscos, que veía así incrementado su salario, iniciándose un rápido despoblamiento.

La diáspora de los mayorazgos también es acusada, buscando acomodo en las zonas costeras y capitales más importantes, dedicándose principalmente a actividades comerciales y dejando sus propiedades rurales en arriendo.

Otra de las salidas habituales es la emigración americana, con preferencia hacia Argentina y Cuba, a medida que cada familia sitúa al otro lado del Atlántico a algún familiar se van sumando nuevos miembros.

Siglo XX

El aislamiento, la perdida demográfica y el paulatino abandono de la industria del hierro dejan como único recurso a Santalla las tradicionales tareas agrícolas y ganaderas de subsistencia. Prácticamente puede decirse que la única clase social del momento estaba compuesta por labradores, en su mayoría arrendatarios.

El año 1918 es recordado como el año de la gripe debido a una virulenta epidemia gripal que, en solo tres meses, dejó 32 muertos en Santalla.

El advenimiento de la República no supuso un importante cambio social y aunque en el concejo había simpatizantes del Partido Socialista no fue acogido el cambio con demasiado entusiasmo siendo la derecha mayoritaria tras los comicios. La guerra civil tampoco tuvo gran incidencia, salvo algunos hechos aislados, la proximidad a Galicia dejó tempranamente en zona nacional a los habitantes del territorio occidental. El autoabastecimiento que proporcionaba el cultivo de la tierra hizo más llevadera la contienda.

Sin embargo la posguerra afectó notablemente a la economía debido al monopolio ejercido por el régimen sobre los productos agrícolas, mermando la capacidad de venta de productos fundamentales como el trigo y la patata y el ganado.

Este hecho propició el florecimiento del contrabando con las vecinas tierras gallegas.

En los años 50 se da una ligera mejora a las comunicaciones a través de A Garganta y aumentan algunos servicios básicos pero la decadencia es difícil de frenar aunque las obras del embalse de Grandas de Salime y la repoblación forestal demandasen mano de obra.

La emigración sigue siendo un hecho y a la tradicional americana se añade la europea y también el éxodo hacia las zonas urbanas asturianas. La población joven no encuentra futuro en unas explotaciones agrícolas y ganaderas que arrastran un fuerte atraso y optan por desplazarse a Gijón y A viles.

Los diferentes planes que perseguían la mejora de las condiciones de vida de la zona llegan con bastante retraso y van paliando mínimamente las necesidades más básicas a lo largo de los años 60.

La llegada de la democracia y el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea supusieron una mayor atención para una zona ampliamente degradada. Las subvenciones oficiales nutridas de fondos europeos se enfocan a la recuperación del patrimonio etnográfico, la rehabilitación de casas y la apertura de museos, orientándose hacía la captación de un turismo rural y cultural, ya que el concejo cuenta con un patrimonio natural y arquitectónico muy rico.